El genio femenino
Padre Hugo Tagle@HugoTagle
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Padre Hugo Tagle
El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer. Lamentablemente, en muchos lugares del mundo los derechos de la mujer siguen siendo pisoteados o desconocidos, por lo que nos hace bien seguir insistiendo en el reconocimiento de igualdad de derechos, libertad y dignidad. Dignificar a la mujer, reconocer su libertad y derechos iguales a los de los hombres es luchar por la dignidad, libertad e igualdad de todos. Todos ganamos.
Antes que un avance en igualdad y respeto, se observa un retroceso en algunos países. Las imágenes que nos llegan de Afganistán, volviendo a costumbres y usos religiosos que pensábamos ya se habían superado, son una pálida muestra dentro de un gran abanico de países de esa parte del mundo que pareciera retroceder en el tiempo, involucionar, antes que mejorar. Incluso Turquía o la India, que se acercaban a occidente, asumiendo y reconociendo valores occidentales como igualdad, solidaridad y libertad, han sufrido un brusco cambio rigidizando costumbres. Y las que mas han perdido son las mujeres.
El Papa Francisco ha sido enérgico en el combate contra el tráfico de mujeres en el mundo y ha condenado duramente prácticas ancestrales, pseudo-religiosas, de abusos en Asia y África. Pero pareciera ser una voz en el desierto. Otro tanto ha reclamado duramente contra el “turismo sexual” que se vende en países asiáticos y de Oceanía. La comunidad internacional hace oídos sordos a estas quejas y con ello se hace cómplice de esos abusos.
“El genio femenino -dice el Papa Francisco- es necesario en todas las expresiones de la vida social; por ello, se ha de garantizar la presencia de las mujeres también en el ámbito laboral y en los diversos lugares donde se toman las decisiones importantes, tanto en la Iglesia como en las estructuras sociales”.
La igualdad y mayor respeto a la mujer comienza en la casa, en la mesa familiar, en la justa distribución de las tareas domésticas. Falta una buena autocrítica en muchas familias, padres y madres, ante el machismo enraizado en sus hijos, que crece en un ambiente en que la igualdad no existe y el peso de las tareas domésticas se carga a la mujer.
Un aporte simple es la utilización de un lenguaje respetuoso. El castellano es un idioma muy rico en giros y posibilidades que no requieren forzarlo artificiosamente para resultar inclusivo. Basta ampliar el vocabulario y buscar expresiones que existan, y que permitan un intercambio verbal digno e “inclusivo”. Forzar el uso del lenguaje mañosamente caricaturiza las pretensiones femeninas y juega en contra de sus legítimas aspiraciones de igualdad de trato.